lunes, 4 de octubre de 2010

Fool

Sábado en la noche.
Ahí estabas tú; ahí estaba yo. Ambos lucíamos galas. Pasé casi a tu lado. Realmente, no esperaba mucho de la velada (y eso es un alivio).
Ella llegó corriendo a mi encuentro en cuanto me vio entrar y me contó sus últimas nuevas. No te había visto ahí, en otro grupo de gente, igualmente hablando. Me viste pasar. No dijimos nada.
Los minutos pasaron y Ella me contó algo, algo que había acontecido el día anterior. Te habías embriagado, al igual que Ella. Se besaron. Compartiste tus labios con alguien más...
Al oír estas palabras sentí que algo en mí se despertaba para soltar un par de lágrimas: Mi amor por ti. No sé por qué tenía que ser ahora, bajo estas circunstancias. Por un momento (y por primera vez en mi vida) quice tomar algo de alcohol. Quice emborracharme.
Para mi buena suerte, no había nada que contuviera alcohol disponible.
No puedo mentir: me la pasé muy mal.
Curiosamente, en esos momentos en donde mi cordura, mi resistencia ante impulsos, es puesta a prueba, suelo hacer cosas algo atrevidas o extrañas...
En fin, Ella te mandó a que hablaras conmigo. El algún momento lo hiciste. Me tomaste del brazo y fuimos a un lugar un poco más alejado de los demás. Ahí, estabas a punto de comenzar a hablar cuando yo sentí la urgente necesidad de recordarte que aún te quería, que en tu corazón había un lugar con mi nombre. Tal vez, comenzaste a pronunciar frases que mi mente no pudo captar. Te dije: "cállate" y posé mis labios sobre los tuyos.Tú no rechasaste este contacto, incluso me abrazaste. ¡Cuanto había extrañado ese contacto! Te susurré al oído que no me hicieras ese cosas, teniéndote entre mis brazos y sujetandote con fuerza, presintiendo que si te soltaba, te desvanecerías con el aire. Respondiste que no sabías por qué lo habías hecho. No hace falta decir que te creí.
Ahora, estoy segura de que la mitad de la gente presente nos vió; pero en ese momento me importó un comino. No sé cuanto tiempo permanecimos así, tan cerca uno del otro. Pasados los minutos, nos separamos para ir de la mano a la foto grupal de la fiesta. Una sonrisa inundaba nuestros rostros y fue atrapada en inmovil superficie del retrato. Debo admitir que yo estaba contenta y que sé que tú lo estabas también.
Sonó mi celular. Mis padres estaban abajo. Me acompañaste en nuestro viaje escaleras abajo. Ahí, en algún momento nos detuvimos. Me besaste, como lo habías hecho antes, con intensidad. Yo sentí como algo dentro de mí cobró vida. No supe qué decir, qué hacer. (Había sentido eso antes, por el 18 de agosto). Aposté por separarme levemente. No era correcto. Aún no éramos nada concreto. Abajo mi padre esperaba, ni siquiera sospechando lo que un minuto antes había pasado. Volví a subir tras recoger la cajita que contenía el regalo para la festejada. Ahí, nos despedimos. Ahí, soñé con que las cosas acabaran bien, que tuvieran el desenlace debido que habíamos soñado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario