jueves, 9 de enero de 2014

Tus pasiones invocadas

Te invoco desde mi mundo,
certeza oculta, escondite
a plena vista, secreto
que me afirma que tú,
que nosotros solos


sólo somos, sin más,
una última, única, unión
entre este espacio
de deseos destilados,
intrascendentes, y 
otro océano oscilante:


destino, destrucción,
pasión, prisión poderosa.
Me maldice, mostrando
dos dolores destruídos, dos
visiones brillantes;
prometen poderes
lejanos, lazos, latidos,
sentido, sensualidad, sabor,


aquello que me da un propósito
un motivo por el cual me aferro
insistentemente a una vida vana,
fugaz como un instante,
como el aleteo de las alas
de una mariposa de cristal infinito.


Entre penumbras, tu boca me llama,
penumbra
Tus labios como hojas,
tu dulce pecho amargo 
lleno de despecho y vacío
Tú eres fuego explosivo
arrebato que me arranca,
me condena
pasión ardiente y helada, creencia
de que la exuberancia, el calor,
la selva febril, las cascadas
Todo existe porque mi corazón 
te piensa con esa fertilidad
mi pecho suda ríos que se unen
al mar que es tu cuerpo, imaginario,
y corres tras de mí, espejismo,
en este que es santuario a tu recuerdo.


Temo, escondo mi razón para que no arda
entre los vestigios de mi ser, tuyo
Presiento la tormenta, el huracán 
que traerá mi destrucción
mi caja de cerillos que se incendia
envuelta en llamas de deseo infinito.

Aparto de mi mente una certeza
que firmó mi sentencia de muerte
en el momento mismo en que 
tus ojos y los míos se encontraron
por vez primera, por vez última


Te invoco y sé, no de cierto,
pero supongo, que me perteneces
tanto como que encontrarnos fue
desde el inicio de mis inicios, 
nuestro destino.