sábado, 25 de septiembre de 2010

No lo sé...


Hoy me hablaste de cómo te sentías, de tus sentimientos hacia mí, de todas las cosas que pudieron ser. Me temo que no sé como van a ser las cosas desde ahora. No sé si todo esto va a funcionar, si es lo correcto. Yo te oí, atentamente y pensando en nada, realmente. No había dolor. No había verdadera pena. Lo siento, no puedo hacer algo al respecto. Lo siento, lo que fue se perdió. Yo supongo que un día algo pasó. Yo supongo que todo tuvo un sentido en alguna suave tarde de agosto, en un verano perdido entre ensoñaciones y deseos. Pero no lo sé... No, no lo sé.
He de admitir que lo supuse desde el principio. Lo supe desde el principio. No es una sorpresa, la decepción no me agobia como lo hizo hace algún tiempo.
Probablemente, podría seguir con este juego, hasta que ya no haya más que apostar, nada más que perder. Podría hacerlo, pero no es necesario, no es factible que las cosas vuelvan a su antiguo y original estado. Se perdió.
No sé qué decirte. No sé qué hacer contigo, donde quedaron mis sueños y deseos de ti.
No sé...



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