lunes, 13 de septiembre de 2010

El tiempo que nos queda...

Hoy aparecí frente a ti. Estaba desesperada, obsesionada, perseguida por ideas monstruosas, aterrada por lo que pueden hacerme en un futuro. Tú me detuviste, preguntando que era lo que me sucedía. Yo balbucee ininteligibles palabras. Parecería una estúpida si lo dijera, de eso estaba segura. Tú te preocupaste, me insististe en compartir contigo la causa de mi caída en este bache. Decidí que no me importaría compartirla contigo. Te susurre parte del pánico que me invadía. Probablemente pensaste que era tonto, sí, creo que lo hiciste. Pero lo que hiciste a continuación no lo esperaba, llegó asombrandome, una vez más. Porque tú tienes ese don: calmarme cuando me siento en el hoyo, cuando la histeria acaba con mi calma.
Puede que no lo pareciera, pero noto la distancia, el vacío entre nosotros. Un vacío lleno de estúpidos "¿qué dirán?", de miedo, de timidez. Porque, sin duda, eso es lo que nos separa... Al menos, eso creo.

El tiempo que nos queda es poco, se agota. Hoy más que nunca, que siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario