martes, 11 de noviembre de 2014

La consciencia y el miedo

Con el miedo de perderte
de no tenerme, de buscarte
temiendo no encontrarte
tierra firme, viento silbante.
Camino en silencio
con las ansias y el vacío
y ese pensamiento necio
que me dice: "Nunca te perteneció.
No te hagas ilusiones.
Conoces muy bien esas aflicciones
y sabes que esas visiones
de sol, de calma y canciones
no son más que sombras
que se pegan a la piel, ponzoñosas,
 y cuando menos lo esperas, mentirosas,
susurran a tu oído cosas monstruosas.
Mantén la calma.
Ponle parches al alma.
Sí, que venga la calma,
que te bañe en roce de palma
para que estos amores náufragos
no se conviertan en desamores prófugos
unilaterales, de a ratos sacrílegos
y que en sus dulces matices, huérfanos
no hayes frío y tundra desolada.
Entierra tu brisa de melancolía salada
y tus ojos tristes de madrugada.
¡Destiérralos! No les des fuerza
al miedo, a la pena, y en tal matanza
ignora la posibilidad de farsa
que lame los nervios, amenaza,
con un futuro de dolores dulces al alba."

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