jueves, 29 de abril de 2010

Reir Llorando


A estas alturas debí haberlo sabido. A estas alturas debí saber que todo esto era para un gran y gordo NADA, pero ¿tenía yo que ser así de masoquista? ¿Así de entusiasta e idealista? Yo sé que la gente suele no ser lo que parece, pero yo siempre termino cayendo, siempre termino creyendo en ellos.
A pesar de las heridas, de mi agonizante y sangrante herida, no puedo soltarte, no puedo permitirme pensar en ti solo, tan perdido. A pesar de que seas egoísta, que me hayas destrozado y que hayas jugado con nosotros como si fuésemos simples muñecos en tu red, no soporto saber que nunca fui algo para ti, que nunca me quisiste ni nada. Soy estúpida, sin duda lo soy, pues yo te otorgué todo e intenté con todas mis fuerzas ser quien te abriera los ojos, a quien tu quisieras y en quien pudieras ver que todo aquello que tú crees y a lo que te aferras, no es aquello que te otorgará la felicidad. No se necesita de algo, o alguien que diga que eres importante para saber que lo eres. No se necesita de que alguien te diga "te quiero" para que en verdad tú te quieras. Esa forma de atraer a los demás para luego dejarlos, no es necesario, no te satisface, no cambia nada. Sólo te hace ser feliz por unos cortos instantes para después, cuando sientas que tu soledad es demasiado grande, volver a hacerte miserable y hambriento por otra persona, por el cariño artificial que te proporciona el querer de la víctima siguiente. Ese querer, no va a hacer que tú te quieras. Pues cuando tú no crees en ti, en lo que eres, no hay posible cáliz que destierre la sed de la soledad. El vacío no se llenará.
Al final, ¿qué gané con todo esto? ¿Acaso las personas a quienes estimo me aprecian completamente? La gente siempre dice: "Debes dar sin esperar recibir." Pero, ¿quién me dará a mi? La gente piensa que yo no tengo problemas, que soy feliz porque mi vida es perfecta, pero realmente no saben que yo sufro más de lo que parece, que la gente que siempre soporta el llanto quemando su interior es, usualmente, la que más sufre. Ahí me tienen, un ejemplo perfecto. Ahí me tienen, ahí está el pobre Garrick. Pues ustedes y yo sabemos que tan fácil es reír llorando...

Viendo a Garrick -actor de la Inglaterra-
el pueblo al aplaudirlo le decía:
“Eres el más gracioso de la tierra,
y más feliz…” y el cómico reía.

Víctimas del spleen, los altos lores
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores,
y cambiaban su spleen en carcajadas.

Una vez, ante un médico famoso,
llegóse un hombre de mirar sombrío:
sufro -le dijo-, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.

Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte;
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única pasión la de la muerte.

-Viajad y os distraeréis. -¡Tanto he viajado!
-Las lecturas buscad. -¡Tanto he leído!
-Que os ame una mujer. -¡Si soy amado!
-Un título adquirid. -¡Noble he nacido!

-¿Pobre seréis quizá? -Tengo riquezas.
-¿De lisonjas gustáis? -¡Tantas escucho!
-¿Qué tenéis de familia? -Mis tristezas.
-¿Vais a los cementerios? -Mucho… mucho.

-De vuestra vida actual ¿tenéis testigos?
-Sí, mas no dejo que me impongan yugos:
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos, mis verdugos.

Me deja -agrega el médico- perplejo
vuestro mal, y no debe acobardaros;
tomad hoy por receta este consejo
“Sólo viendo a Garrick podréis curaros”.
-¿A Garrik? -Sí, a Garrick… La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquel que lo ve muere de risa;
¡Tiene una gracia artística asombrosa!
-¿Y a mí me hará reír? -¡Ah! sí, os lo juro;
Él sí; nada más él; más… ¿qué os inquieta?
-Así -dijo el enfermo-, no me curo:
¡Yo soy Garrick!… Cambiadme la receta.

¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!

¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuando el rostro ríe!

Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma
un relámpago triste: la sonrisa.

El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto,
y también a llorar con carcajadas.

(Juan de Dios Peza)

1 comentario:

  1. Yo adoro ese poema!!! jajaja un poco dificil de recitar pero aun asi!! :)

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