domingo, 5 de octubre de 2014

Sal y tumba

"La mar es inexorable noche social en que la penalidad arroja a sus condenados.
 La mar es la inmensa miseria. 
El alma, naufragando en este abismo, puede convertirse en un cadáver. 
¿Quién lo resucitará?"
- Victor Hugo (Los Miserables, VI: La ola y la sombra)




El hombre vive
vive inmerso, existe
en un mar permanente
extenso, sofocante
sin respirar se mueve
un mar no cambiante.

El hombre flota, nada
el hombre se sumerge, nada
el hombre se esfuerza, nada
consigue, patalea, bracea
el hombre nada, nada, nada, nada.

Se ve rodeado, se le acaba el aire
es presionado, acorralado sin escape
se levanta sin esfuerzo, inconstante
se le apremia, promete, en vacío miente
y ve azul, profundo, a veces brillante
pero baja, baja y buscando se hunde
la tierra lo jala como a una roca latente.

El fondo lo rodea, lo atrapa
lo toma por ojos ciegos, lo arrastra
muy en lo hondo surge, criatura
se acerca al hombre, le susurra
con un espejo lo envuelve, sólo duda
y el hombre ve una luz, la toca
el silencio apremia, escucha
y el hombre llora, triste amargura
no cree en propósitos, pura usura
no ve logros, la superficie busca.
Se le agota el aire, grita
Entre sus cenizas, premonición oscura
La oscuridad apremia, luz que se apaga
Y su vida pasa: no queda nada;
Se lo traga la tierra, paz dorada
Abre los ojos en la noche descarnada
Entre sudores fríos, realidad mundana
Y se sabe ahogado, muerto, ¡agua clara!
Ve el beso de la muerte, sutil, muda
Que, pegado a su boca
Como una madre lo arrulla
Se acomoda en la cama, insulsa
Y vuelve a su vida de sal y tumba,
Cuando la luz del sol anuncia un nuevo día.


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