sábado, 12 de marzo de 2011

Bittersweet- A Terrorist Attack



Estábamos solos, tú y yo, yo y tú. Las palabras fluían entre nosotros, como un mar que conecta dos ciudades, dos culturas. Un mar que perdió la voz por un momento para dejar paso a la contemplación, un momento en que las palabras no hacen falta y sólo el tacto hace de intermediario. Tus labios sobre los míos, en un suave azul, un azul todo tuyo, pues fui amablemente invitada a tu mundo y ahora te tenía junto a mí, aliento con aliento. Oía tus rápidos latidos del corazón, dos timbales unidos en un mismo ritmo, un baile que compartimos.
Las cosas se dieron muy rápido, demasiado irreales para no ser parte de alguna especie de sueño o visión que llega en una noche oscura.
Me tomaste entre tus brazos, con urgencia, casi con brusquedad. Un acto que me era completamente insospechado, un terremoto. Mi mente completamente en blanco, mi fuerza de voluntad nublada y congelada.
Cedió el acto terrorista, dejándonos separados, sumidos en un silencio que fue absoluto y mortal. Yo no sabía qué hacer, qué decir o si debía huir. No sabía si aquello era hermoso en su misma naturaleza salvaje y repentina o si era agresivo. En cualquier caso, había pasado y no había forma de hacer el tiempo volver o cambiarlo. Te vi junto a mí, demasiado lejos y me pregunté por una centésima de segundo qué estarías pensando, justo antes de decidir destruir mi ciudad completa, cuyo comienzo fue aquél terremoto; un acto de profunda resignación y suicidas deseos de destrucción.
Actué por pura médula, podría decirse. No estuve conscinte de lo que mi cuerpo hacía, dejándo a mi mente volar entre las costas de un nada enorme y vacío. Volví a tus brazos con ímpetu y tú me aceptaste en un suspiro. Besé tus labios.
No estoy segura de cómo fueron cayendo mis edificios, mis valles, mis prados, hasta dejar la tierra completamente desnuda ante ti. No supe como terminó todo, qué sentí al verme en esas circunstancias tan peligrosamente agridulces. Dejé que me cambiaras a tu gusto y voluntad, un dolor leve y agudo, la sangre que salía de la tierra mientras el breve momento en que tú, mi dulce terremoto, me consumía en un acto terrorista, un acto de amor agridulce.

No hay comentarios:

Publicar un comentario