Beyond Nevermore Land
Entre polvo, espejos y estrellas...
martes, 15 de agosto de 2017
martes, 26 de julio de 2016
Asterión
Escucho pasos en el laberinto.
Cerca.
Cada vez más, y más cerca.
Taladran mis oídos
como tierra cayendo
sobre un ataúd.
sobre un ataúd.
¿Qué diablo de dios me trajo a un sitio como este?
Como los pasos afuera, mi corazón resuena
grita
Cerca
Demasiado cerca
Y de repente para.
Siento el calor,
fogata,
que emana de su piel.
Su aliento.
Sofocante.
se pega a mi rostro.
Espero.
Sé que el fin viene,
se acerca,
pero no pasa nada.
En sus pupilas negras.
Vacío.
La inmensidad pregunta;
refleja mi rostro.
Son ojos que me buscan
tras la faz de bestia
esperando
en silencio
una respuesta.
Silencio
¿Él debería realizar el movimiento fatal
o debo provocarlo?
Alzo una mano,
indecisa,
buscándolo.
En sus ojos se enciende
una chispa.
Explota.
Da un paso atrás y,
sin saber por qué,
yo lo doy hacia adelante.
Un parpadeo.
Confusión.
Siento el zarpazo.
C
a
i
g
o
.
Me inunda
el sabor metálico
de la vida
escurriéndoseme
a chorros.
Él me mira
y luego mira sus manos.
De un golpe,
derrotado,
derrotado,
se hinca a mi lado
y me toma entre sus brazos.
Su tacto es cálido.
Sus brazos son fuertes.
En su pecho
late
la vida
de todos
en el laberinto
y yo me pregunto
qué diablo de dios es ese
que creó a una criatura
que velara
por la vida
d e
t a n t o s
m u e r t o s .
Caperucita
Yo sólo quería recoger flores
flores para la abuela
para la abulia...
"No dejes el camino"
Me dijo mi madre
Muy tarde ya
Muy tarde.
Cuando el bosque ahogaba sus palabras.
Yo sólo quería flores,
flores blancas,
para la abuela
¿Cuándo apareció el lobo?
a mis espaldas,
"Caperucita
-susurró-
Qué dientes
tan grandes tienes.
Qué ojos..."
Aliento de lobo.
Apetito de lobo.
Colmillos blancos.
Caperuza roja.
"Son para verte,
para comerte mejor"
-le dije-
Y sólo había flores
flores rojas
que ya no eran
para la abuela.
lunes, 6 de julio de 2015
Efervescencias
Hoy no me siento yo.
No sé si soy menos yo que yo
o soy demasiado yo,
pero no me siento yo.
Es de esos días
en que pones un pie
fuera de la cama
mientras que en otro universo
lo pones dentro.
Y, por un momento,
la yo de aquí
y la yo de allá
se miran a los ojos
y desvían la mirada,
creyendo que son solo
fantasmas:
los mismos de a diario.
Pero amabas saben,
muy en el fondo,
que se vieron
y que la otra
es, tal vez, la más real.
Efervescencias,
diálogos de un
fantasma y otro.
lunes, 15 de junio de 2015
Epopeya
El héroe es aquél
que ha vencido al mundo
solo, abandonado.
aún a sabiendas de que el camino
se termina en los pasos
que se agotan, se borran,
y ese camino perdido,
a veces tan claro como la vida,
tan imparable como los días,
se oscurece y se ilumina
en un solo instante
para abrirle paso a la eternidad.
La primera huella,
el paso que lo puso en camino,
es el último
aquel que lo transforma
en lo otro,
que lo hace ser sí mismo y nadie.
El héroe se pregunta:
¿Cómo puedo estar y no estar?
¿Cómo vivo entre estrellas y masas
sin aire, sin astros?
¿Cómo es que mi corazón late aún,
helado, sin gravedades; y
sin saber dónde estoy,
nunca he estado menos perdido?
Y, antes de cerrar los ojos se dice:
He venido sabiendo que era nada
y, siendo polvo, he llegado aquí
y, siendo polvo, respiro
con los ojos abiertos, soñando,
aún en la oscuridad total de la soledad;
y, aún muerto, como nunca antes lo hice.
Esto es:
historia del pensamiento,
Pensamientos,
poemas
La flama y la tarde
Pasa la tarde y las horas huelen a sexo
o, será que el sexo nos huele,
huele nuestras llamas de juventud incansable
que a penas se vislumbra en aquella esquina,
tan remota e impensable
de la vida de vidas.
de la vida de vidas.
Sí. El sexo nos huele.
Se nos acerca, cazándonos
Se nos acerca, cazándonos
y poco a poco nos rodea
en una trampa tan mortal
en una trampa tan mortal
como la muerte,
y nos empuja, uno hacia el otro,
y nos empuja, uno hacia el otro,
y nos consume,
alimentándonos, abrasándonos,
alimentándonos, abrasándonos,
en el fuego fatuo,
eterno,
de la vida que se abre paso.
Nos mezcla, como uno sólo
eterno,
de la vida que se abre paso.
Nos mezcla, como uno sólo
para tomar nuestro fuego
y alimentar el propio,
siempre en peligro de extinción,
siempre en peligro de extinción,
siempre cambiante,
que crece codiciosamente a costa
que crece codiciosamente a costa
de todos, de nadie,
y nos lleva, si bien no a su infinito
y nos lleva, si bien no a su infinito
entre estrellas y constelaciones;
sí entre himnos tan viejos
sí entre himnos tan viejos
que parecen salidos de las entrañas del mundo,
de los primeros seres que respiraron y pasaron la tarde,
de los primeros seres que respiraron y pasaron la tarde,
oliendo a sexo entre las horas de su juventud incansable.
Fénix
de una llama que arde
con mi cuerpo como leña,
fósforo, oxígeno, fricción.
La hoguera me consume.
Cada que tengo la certeza
de que no queda nada de mí,
de que sólo queda
fuego que va a romper
mi última barrera
y destruir mi cascarón
de carne, hueso y sangre;
algo en mí se rebela
y, con un dolor más fuerte
que el de saberme terminada,
nacen
sonidos en lo profundo
de gargantas rocosas,
del centro mismo de mi pasión,
y rugen en mis entrañas
pariéndome una vez más
sólo para arder de nuevo,
siendo fósforo, oxígeno, leña, fricción.
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