jueves, 5 de enero de 2012

Porvenir


Los días pasan, las semanas, los meses. La vida pasa sin que uno pueda caer completamente en la cuenta de qué está pasando y cómo controlar el flujo de eventos que se desenvuelve sin posibles predicciones ni completa seguridad acerca de lo que aguarda en el futuro.

Futuro. Es curioso como todo el mundo habla de ese término como si fuese algo lejano y un tanto ajeno a nosotros. Después de todo, ¿qué es el futuro? Si tomara la última edición del diccionario de la Real Academia Española, se leería lo siguiente en la definición de futuro: "Lo que está por venir".
¿Qué está por venir? ¿Acaso el futuro es un conjunto de movimientos en las agujas de un reloj? ¿Es acaso un conjunto de hechos y acciones, decisiones?
El futuro es el tiempo en el que los sueños se crean. Siempre soñamos para el futuro, hacia adelante, como dirían los pensadores renacentistas. Pero el futuro es algo mucho más cercano de lo que esperamos o queremos creer. El futuro aparece en segundos, en minutos, en horas. Lo que uno hace o no hace en cada minuto y hora de cada día, va moldeando un posible futuro "sujeto a cambios". Y, a pesar de que depende gran parte de lo que hacemos, hay muchos factores que pueden modificar lo que uno planea. Bien se conoce el llamado "efecto mariposa", el menor cambio a una realidad la podría afectar de maneras inimaginables, mutilarlo. 
Somos presas de lo inevitable. Somos presas de nuestras propias decisiones diarias, tan sencillas como decidir dormir "cinco minutos más" o irse en un vagón del metro u otro. Pero, por más sabios o preparados sean los hombres, no les queda más que aceptar los propios  cambios originados de sus decisiones o vivir atormentados por ellas. 
La vida cambia, nosotros cambiamos, el entorno cambia y lo único que no parece cambiar es la certeza absoluta de que el cambio es permanente.

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