desde cada fibra de mi ser que te llama, te busca, esa voz que no te encuentra.
Y aquí estoy yo, queriendo apaciguar el frío con el recuerdo, reviviendo momentos en que tu contacto estaba a dos pasos y tu aliento a una palabra del mío: te tengo y no te tengo.
Te sueño y despierto en noches oscuras, buscando tu calor al lado del mío, buscando tu rostro dormido, hermoso, esa tranquilidad tan digna de ti. Te siento y tanteo en la oscuridad en busca de tu tacto frío, en busca de tu voz, pero no te encuentro. Tu voz viene de mí, viene hacia mí, viene de lejos y se escucha tan cerca.
miradas cargadas de admiración, un toque de celos poco disimulado. Ellos miran y anhelan y recuerdan y suspiran. Uno que otro suelta una sonrisa cargada de llanto y se vuelve para seguir con su camino, un camino indefinido y perdido alrededor de ese grito que nunca se consumó.
Entonces es cuando cierro los ojos y te pienso hasta ver cada rasgo de tu ser.
Entonces es cuando me hago recordar que estás más cerca de lo que perciben los sentidos; estás en mí.
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