Con la vista en el infinito
siento tu aliento cálido
susurrando a mi oído
iluminando mi llanto.
Tu presencia me acaricia
como agua clara,
no dejaste que me hundiera
en mi soledad, mi desgracia.
Me dijiste al oído:
Ven conmigo, vuela conmigo
que este mundo náufrago
no podrá lastimarte a mi lado.
Como un mar de calma
me llevaste hasta la playa
y pusiste una sonrisa en mi alma
buscando las verdades que mi boca calla.
Llegaste como el viento,
de ojos profundos, silencio,
que se revela a sí mismo despacio:
acertijo incierto, secreto.
En tus labios, una promesa
sin saberlo, miré al alba:
mi noche por fin acababa.
A mi lado, tu brillante sonrisa.
Mi respiración agitada, mi corazón incierto
por el miedo de caer sin haber empezado
se esfumó en tus brazos, saltamos al vacío sin retardo
y nos fuimos volando como hojas en el viento.
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