“La plenitud, la reunión, que es reposo y dicha, concordancia con el mundo, nos espera al final del laberinto de la soledad.”
Octavio Paz. El laberinto de la soledad
La existencia irrita, desmenuza,
se frota, como una lija en mis nervios,
toca mi sensibilidad al terror de la
tarde.
A veces, quisiera, quiero, quería
Desprenderme de ese dolor fútil, inútil,
tomar mi par de ojos al alba y borrarlos
del mundo,
sostener la vida no con mis hombros,
sino con la fuerza de mi espíritu.
¿Quién nos curará
de esta verdad fría, abrasadora?
¿Quién vendrá desde el límite mundano
que nos divide,
que nos aterra,
que nos da esperanza tibia, como brazos
tentándonos una y otra vez,
levándonos al vacío colorido y
brillante de la existencia,
nuestra libertad bajo palabra?
Sorpréndete, ven.
Desmenúzate en un golpe de lirio,
Apuñálame con un cuchillo verde,
en la calle,
mientras gritas la soledad por los ojos,
la muerte mundana
carne, espectro,
piensa tus pasos infinitos para salir de
Stockton
para ir adelante, adelante,
siempre hacia delante.
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