sábado, 25 de febrero de 2012
El guardían entre el centeno
Caminando sobre un risco encontré un centeno.
Brillaba, cálido a la luz de la inocencia.
El centeno dorado bailaba con aires de alegría veraniega,
se inclinaba ante el risco el centeno dulce e inocente.
Ignorantes del peligro, los niños entre el centeno jugaban a cacharse,
ignorantes del risco, jugaban en el centeno.
El fin del centeno era invisible para almas tan tiernas
sin saberlo, se balanceaban en la orilla.
Cada vez más cerca del fin,
cada vez menos brillantes.
El guardían entre el centeno los miraba, sombrío,
sus palabras no eran más que un eco confuso y perdido
envejecido, solo
el guardían entre el centeno gritaba,
corrió hasta la orilla, la orilla del centeno
pero sus manos atemporales, subjetivas
no pudieron detener a los niños que caen
y el guardían sigue ahí,
a orillas de un risco, el risco de un centeno.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario